jueves, 11 de agosto de 2011

Realidad histórica de conocimiento obligado para todos los Ndôwé. La verdad duele

Por Enenge A’Bodjedi


Con motivo del Primer Aniversario de SÀNGO À MBOKA y comienzo del año 2 de este noticiario, le hemos pedido al Doctor Enenge A’Bodjedi que nos ayude a entender la situación en la que se encuentra actualmente el Pueblo Ndôwé con datos constatados. Como siempre, Enenge A’Bodjedi no nos ha defraudado. La lección magistral de historia que nos ha dado nos permite colocar a cada actor en el escenario de Guinea Ecuatorial en su justo lugar. A continuación podemos leer la lección magistral de historia que nos ha explicado hoy el Doctor Enenge A’Bodjedi.

Se dice que una historia tiene tres versiones: 1) Tu versión, 2) Mi versión, y 3) La verdad. Antes de la llegada del hombre blanco al Continente Negro, cada grupo étnico africano estaba ubicado en un territorio con fronteras bien definidas y reconocidas por todos ellos.

La ocupación ilegal de los territorios y espacios naturales ajenos, muchas veces provocaron escaramuzas, batallas y hasta guerras entre los pueblos africanos. Cuando llegaron los misioneros presbiterianos norteamericanos en el País Ndôwé a mediados del siglo XIX, encontraron a cada grupo étnico africano en su territorio ancestral y espacio natural. Al comienzo de Junio de 1853, el Revdo. Ira Preston de la Misión de Baraka, entre los Mpongwe del estuario Malôngó (Gabón), visito a sus colegas presbiterianos norteamericanos en la Misión de Evanggésìmba, en la isla de Mànji (Corisco), entre los Bèngga del estuario Mùnne (Muni). El Revdo. Preston y el Revdo. James Love Mackey (1820-1867) dijeron a los isleños Bèngga que querían explorar el país montañoso de MEKÒDDI MASÊYI (las Montanas de la Sierra del Cristal), de donde surge el rio Mùnne, a 145 millas al este de Mànji. Guiados por una dotación Bèngga, estos dos pastores presbiterianos norteamericanos fueron los dos primeros hombres blancos que intentaron cruzar la cordillera de MEKÒDDI MASÊYI (Sierra del Cristal). El relato de la expedición de Mackey y Preston, escrito por Mackey, apareció en “The Home and Foreign Record” de la Iglesia Presbiteriana en los Estados Unidos de América (Volumen 5, Numero 5, Marzo de 1854). La expedición comenzó el 11 de agosto de 1853, y la dotación de 20 personas preparo unas provisiones para una ausencia de al menos 10 días. Un resumen de esta expedición detallada sigue así:

Llegaron al País Mbiko entre los ríos Mùnney Moÿònda. Habitualmente los Mbiko se aprovisionaban en ébano y marfil en el país montañoso. Después de la visita a los Mbiko, Mackey y Preston fueron acompañados por estos en dirección al este, hacia el interior, hasta que la dotación llego al país del próximo grupo étnico, los Bondêmmu. La expedición continuo con unos hombres Mbiko, mas 5 o 6 hombres Bèngga de Mànji. Por la tarde, el grupo de expedicionarios se detuvo en Yonggu, un poblado importante de los Bondêmmu. Una gran cantidad de gente se congrego durante la noche para escuchar el Revdo. Mackey predicar. El jefe Bondêmmu del poblado de Yonggu dijo que su país estaba perturbado por la guerra. Una batalla ese mismo día acabo con las vidas de dos personas oriundas del próximo poblado Bondêmmu Los ciudadanos Bondêmmu de Yonggu presentaron a su país y más adelante (hacia el este) como muy peligroso y perturbado. A raíz de esta información, los hombres Mbiko y Bèngga rehusaron acompañar a los misioneros presbiterianos mas allá en su viaje al este. De mala gana, Mackey y Preston estuvieron obligados a tomar el camino de regreso a casa (hacia el oeste), sin haber completado de ninguna manera su proyectada exploración. Volvieron a la costa, donde Mackey, “fue visitado por hombres Mbiko oriundos de un poblado del norte. Les acompañaba un Pànghwé (Fang) que, me dijeron, había bajado desde una larga distancia tierra adentro para ver el océano y para ver a los hombres blancos. Otros ocho hombres Pànghwé, que le habían acompañado, decidieron regresar a su país en el interior unos días antes de nuestro regreso. Este Pànghwé se había quedado para verme, y como supo que yo deseaba visitar el País Pànghwé, quería que viajemos juntos con él, hacia el interior el día siguiente.” Mackey prefería esperar un poco. El Pànghwé se ofreció esperar todo el tiempo que Mackey quisiera, hasta que el americano estuviera listo; esperaba ansiosamente que Mackey le acompañara.

“Este fue el primer Pànghwé influyente que yo había visto. El se presento como el hermano del rey. Tenía algo de realeza salvaje en sus maneras y en su vestimenta. Era alto y digno en su aspecto, sus dientes de la parte delantera estaban limados y eran puntiagudos, lo que le otorgaba un aspecto salvaje. Su cabello estaba trenzado en varias trenzas largas, que le llegaban hasta su cintura, y sobre su coronilla tenía una mata de filamentos finos de hoja de bambú. Se vestía solamente con una tira estrecha de corteza, ablandada machacándolo. Esta tira estaba atada a una faja de cuero de leopardo. Llevaba un arco y un carcaj con flechas envenenadas, así como una bolsa grande que contenía numerosos fetiches." En algunas conversaciones que tuve con él, me dijo que los Pànghwé reconocían un Dios que hizo todas las cosas. No negó que fueran caníbales, pero me dijo que los Pànghwé solamente se comen a los hombres condenados a muerte por criminales. Mi forma de comunicación con el era tan imperfecta que pude aprender muy poco sobre sus creencias religiosas; no pudiendo transmitirle información sobre el verdadero reconocimiento de Dios.

“Poco después de mi regreso a Corisco, me entere que el grupo de Pànghwés mencionado más arriba, que emprendieron la marcha hacia su país Pànghwé, cuando se entero en su camino que yo había intentado penetrar el interior para conocer a su tribu volvieron y se reunieron con su paisano que había quedado en la costa. Yo zarpe al continente para verles a todos juntos, y la posibilidad de hacer un viaje con ellos me pareció tan favorable que decidí emprender el viaje. “El poblado Mbiko donde los Pànghwés eran huéspedes estaba situado a ocho millas al sur de la desembocadura del rio Muni. Nuestro plan era marcharnos desde allí lo más pronto posible, después de prepararme para hacer el viaje a pie. Contrate a un grupo de seis hombres Mbiko que me aseguraron tener algunos conocimientos del País Pànghwé y que podían acompañarme. No podía llevar conmigo a hombres de Corisco a causa de la animosidad existente entre los Bèngga y el pueblo Bendomo (Bondêmmu), cuyo país debíamos atravesar para ir hacia el País Pànghwé. Añadimos a nuestro grupo dos Bendomos oriundos del primer asentamiento de esta tribu cuyo país atravesábamos.

“Los pueblos Mbiko y Bendomo hablan el mismo idioma, pero el idioma Pànghwé es muy diferente. Uno de nuestros hombres Bendomo podía hablar Pànghwé y uno de los Pànghwés podía hablar Mbiko. El Mbiko podía hablar Bèngga y de esta manera yo podía comunicarme con ellos...“

Para este último viaje, salimos de Corisco el 29 de Agosto y me ausente de la isla 17 días. Me desplace de Corisco a una distancia mínima de 145 millas hacia el este. Inicialmente nuestro grupo era de 10 personas al lado de los Pànghwés, pero un grupo de comerciantes se unió a nosotros al tercer día, ya que iban en la misma dirección. El número total de viajeros que íbamos juntos llego a ser de alrededor de 50 personas. El grupo de negocios fue encabezado por un patriarca influyente cuyo poblado estaba cerca del de los Pànghwés. Es un Bendomo y se llama Mbeni. Yo le conocí anteriormente en alguna ocasión en el rio Muni. Por ser un conocido suyo, Mbeni nos llevo a su poblado y nos entretuvo con una gran hospitalidad. Hicimos este viaje entero a pie, exceptuando unas 10 millas en ambas direcciones, cuando viajamos por cayuco en el rio Noye, un afluente del rio Utimbani (Utêmbóni).” Mackey describió el terreno que atravesaron durante las primeras 35 millas, hasta que llegaron al rio Noye. Cruzaron varios arroyos, recorriendo 35 millas más de país bajo y de montanas. Las bestias salvajes abundaban en esta región: elefantes, ciervos, jabalíes y varias especies de monos.

“Los Mbiko están muy dispersados. Ocupan una zona del país desde el rio Muni yendo al sur hacia el rio Gabón. Algunos de sus poblados están en la costa, pero la mayoría de ellos viven en el bosque, y por eso, en general son considerados como Bosquimanos. Los Mbiko, comparados con los Pongwes (Mpongwe) y Bengas (Bèngga), son muy atrasados en civilización. Se dice que antes eran una tribu muy numerosa, pero ahora son muy reducidos, principalmente y supuestamente a causa de la trata de esclavos. Su idioma es muy diferente del Bèngga, pero hay tanto trato social y matrimonios entre ellos que muchos individuos de cada tribu hablan ambos idiomas. Es muy difícil estimar el número de individuos en una tribu tan dispersada, pero probablemente la totalidad de personas en esta tribu no sobrepasa ocho o diez mil. “

Tras los Mbiko, la tribu siguiente son los Bendomos (Bondêmmu). Hablan el mismo idioma que los Mbiko y a nivel de civilización son iguales que ellos. Mi experiencia entre los Bendomos me hace pensar que no son tan expertos en la mentira y el robo comparados con los Mbiko. Antes de esta etapa yo nunca había visto un individuo de esta tribu. Los Bendomos no están en la costa ni en ningún afluente del rio Muni que he visitado. Encontré un asentamiento grande de ellos en el Noye, en un lugar hermoso que uno puede alcanzar desde Corisco por barco, navegando un día y medio. Sería imposible actualmente hacer una estimación correcta de la población del pueblo Bendomo. He visto tal vez 20 poblados Bendomo durante nuestro camino a través de su país pero imagino que no son mucho más numerosos que los Mbiko. Vi también un poblado de la tribu Bakeli (Bakêlé o Bongômó) muy cercano a los Pànghwé. Esta tribu Bakeli esta mas dividida y dispersada que cualquier otra tribu según mi saber. Los misioneros del American Board en Gabón tienen un puesto entre los Bakeli y han transcrito su idioma. Los Bakeli son algo numerosos en los afluentes del rio Gabón. También he visto algunos de ellos que viven a 30 o 40 millas al norte de Cabo San Juan (Inyanyo) a poca distancia de la costa. No oí de otro poblado Bakeli fuera de aquel que visitamos en el país que habíamos cruzado y por eso parece que hay una gran separación entre las partes norteñas y sureñas de esta tribu...”

Continuará…