lunes, 30 de julio de 2012

El drama del Año Nuevo de 2008, otra de las nefastas consecuencias del Paseo Marítimo.

Por Endèmbbele e-a Evèmba, Dimballa
16 de Julio de 2012

La tradición oral Ndowe que una de las primeras cosas que hicieron los Ndowe a su llegada a la costa atlántica, de Norte a Sur, fue una ceremonia de agradecimiento a la Naturaleza por haberles permitido cumplir la profecía ancestral que les dirigió hasta esta costa. La ceremonia de agradecimiento, cuyo maestro de ceremonia era el «ngànga» responsable del «ihèka»de cada grupo humano ndowe (una especie de símbolo de la alianza ndowe que protegió a cada grupo durante todo el éxodo hasta la costa atlántica), consistió en la inmersión en el mar hasta la cintura de todos los habitantes del pueblo (que todavía eran reacios a adentrarse más lejos mar adentro por desconocimiento o miedo), siendo «limpiados» uno a uno por el «ngànga» por medio de la rama de un árbol especial que, tras sumergirla en un recipiente que contiene otras hojas aromáticas y algunas cortezas de varios árboles mezcladas en un recipiente, era usado a modo de hisopo para asperjar el producto sobre cada uno, recitando palabras de bendición. Con el paso del tiempo, la parte esencial de esta ceremonia ndowe de agradecimiento ha sido abandonada; solo queda la tradicional zambullida al mar cuando despunta el día del Año Nuevo.

Hoy en día, esta tradición ndowe, de casi 7 siglos de vigencia, se ha arraigado en los jóvenes de Guinea Ecuatorial tanto de Ikùmé-Mbôngó como de Bioko, con independencia de la etnia a la que pertenecen.

En la Nochevieja, todos ellos suelen ir a darse un baño en el mar para «limpiar el cuerpo y el karma de las influencias negativas que hayan podido acumular en el año recién terminado, con el objeto de comenzar el nuevo año limpios en cuerpo y en karma».

En el año 2008, la perversa dictadura de Obiang Nguema e hijos en Guinea Ecuatorial instrumentalizó esta bella y sana tradición ndowe para sacrificar a unos 20 jóvenes playeros en la Ciudad ndowe de Bata; precio a pagar por el Paseo Marítimo, no pedido por los Ndowe, que la dictadura utiliza para cerrar el tradicional acceso al mar de cada una de las Poblaciones Ndowe.

El maestro de esta macabra ceremonia, que terminó con la muerte de estos 20 jóvenes ndowe, fue el denostado «Teodorín », actual vicepresidente segundo, prófugo de la Justicia Francesa, e hijo predilecto del dictador Obiang Nguema.

El drama tuvo lugar la noche del 31 de Diciembre de 2007 al 1 de Enero de 2008 cuando, en cumplimiento de la antedicha tradición, muchachos jóvenes de Bata se citaron en la antigua playa, en el tramo del Paseo Marítimo que va desde el Puerto Viejo al antiguo pantalán.

Dicen algunos expertos que este Paseo Marítimo, infraestructura estrella de la dictadura de los Obiang cuyo objetivo teórico esgrimido orgullosamente en público es unir el Aeropuerto de Bata con el Puerto de Ekùku, contiene varios errores en su diseño puesto que ha remplazado antiguas playas seguras por zonas que pueden convertirse en verdaderas trampas mortales para las personas, en caso de mar brava.

En la época en que tuvo lugar el drama, el tramo que va desde el Puerto Viejo hasta el antiguo pantalán estaba recién terminado, a costa de eliminar la extensa y bella playa que existía en este sitio y edificar un muro sobre el que rompen violentamente las olas. La consecuencia inmediata es que en la Ciudad de Bata, la gente ya no puede bañarse con tranquilidad puesto que esta obra ha hecho desaparecer una playa de arena blanca de entre 20 y 30 metros de ancho; poniendo en su lugar una pared que representa una trampa mortal cuando sube bruscamente la marea o cuando la mar está embravecida.

En la noche del 31 de Diciembre de 2007, aunque la mar no estaba todavía embravecida, si consideramos las modificaciones aportadas por la faraónica obra del dictador, no era prudente bañarse ni estar en la minúscula playa que se podía ver cuando la marea estaba baja. Sin embrago, casualidad o no, a Teodorín le dio por hacer una gran fiesta en ese mismo tramo del Paseo Marítimo y en ese mismo momento, invitando a todos los jóvenes que estaban esperando la hora de la tradicional zambullida en la estrecha playa que todavía se podía ver.

Se dice que el drama se produjo cuando Teodorín estaba haciendo un improvisado discurso de alabanza a su padre, a su clan y a él mismo y lo bien que sabían hacer las cosas; mientras que, de espaldas al mar, todos los jóvenes le escuchaban en la estrecha playa.

Mientras hablaba el prófugo vicepresidente segundo, el nivel del mar había empezado a subir. Y, de repente, «vino una ola muy brava que, tras golpear contra la pared se llevó a los jóvenes ndowe que no pudieron ser rescatados en la oscuridad de la noche», aseguran los testigos. Se dice que hubo alguna persona mayor ndowe que se lanzó al agua para intentar rescatar a los jóvenes, siendo arrastrados mar adentro y ahogándose en el intento. Podemos hacernos varias preguntas: ¿Realmente se trata de una falta de previsión? ¿Este era el lugar y el momento de hacer discursos de autobombo? Haciendo el discurso de cara a la mar, ¿no vio Teodorín la ola que se aproximaba? Y si la vio ¿por qué no alertó a los jóvenes que le estaban escuchando obligatoriamente? A la vista de que la mar se estaba volviendo cada vez más brava, ¿por qué Teodorín no les obligó a salir de la mini playa? ¿Por qué no se previó un servicio de socorro médico para la fiesta? Son muchas preguntas, la mayoría de ellas conducen a pensar en un acto de no asistencia a personas en peligro de muerte. Ni los escoltas ni los guardaespaldas se inmutaron; y con su «pupilado» salieron casi huyendo del lugar.

A primera vista, por no asistir a varias personas en peligro de muerte y por imprudencia temeraria, se puede responsabilizar a Teodorín, como autoridad incapaz de tomar su responsabilidad ante lo que pasaba, de la muerte o desaparición de veinte jóvenes ndowe. Pero todos sabemos que, como en el caso del accidente aéreo del Antonov-24, las autoridades judiciales no abrieron ninguna investigación que permitiera depurar responsabilidades civiles o penales; por lo tanto no hubo compensación alguna a las familias de los fallecidos o desaparecidos.

Como aquellas noticias que no le interesa que se sepa, esta noticia fue «amortiguada »por la dictadura, aunque hasta aquí llegó el llanto de las madres ndowe que perdieron a sus hijos. Cree el entorno del dictador que no ha pasado nada, acostumbrado a la impunidad en la que vive. Sin embargo debería saber que el dolor de las madres en duelo por sus hijos nunca debe quedar impune.

Llegará el momento de rendir cuentas de todos estos crímenes por acción o por omisión.

EL DERECHO A LA REBELIÓN

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